sábado, setiembre 02, 2006

JAVIER MAXIMILIANO ENSEÑE A DECIR SOLO LA VERDAD

Todos le conocen como Javier, muchos saben que también se llama Maximiliano, aunque nadie se atreve a llamarle como tal, algunos tienen noticia que su tercer nombre es Alfredo y casi nadie entiende por qué tuvieron que ponerle Hipólito como cuarto ónoma.

Quizás a sus padres, fundadores del Apra al lado de Haya,les faltó registrarlo también como Cicerón, con lo cual hubieran acertado ya que usted nació para distinguirse como jurísta y como orador parlamentario.

Pero así es la vida, mi nunca bien ponderado Javier Maximiliano Alfredo Hipólito Valle Riestra Gonzáles Olaechea, llena de incomprensiones,contrastes y de imprevistos, a los que usted, felizmente, ya debe estar acostumbrado, si me atengo a su larga trayectoria política que, inclusive, lo llevó no hace muchos años a ser el "primer ministro de oposición" en un régimen autocrático, con el que usted precisamente no comulgaba por su oscuro origen legal.

Ya estoy enterada que se encuentra afrontando desavenencias hasta con la gente de su partido, en ese afán terco de restablecer la Constitución Política de 1979, que malamente fue dejada de lado para poner en vigencia la Carta de 1993, que no es otra cosa que un vulgar documento aprobado entre gallos y medianoche, en forma tramposa y para desgracia de las mayorías nacionales.

Menos mal que usted está allí, precisamente en la Comisión de Constitución que preside su compañero de bancada de nombre Aurelio Pastor, quien seguramente tendrá presente que al momento de juramentar, altivo,orgulloso,gallardo,Javier Maximiliano Alfredo Hipólito, lo hizo por la Constitución de 1979.

Pero todos sabemos que, al igual que en la canción, se dan los casos de "hoy un juramento, mañana una traición", hecho que no creemos que pueda suceder ahora, en circunstancias tan dramáticas no solo para el Perú, sino para la enorme legión de países que sufren las consecuencias de una mal llamada globalización, que por sus resultados se advierte que no es otra cosa que el sometimiento de los pueblos subdesarrollados a los ya desarrollados.. y con exceso.

Aquí,entonces, cabe escuchar su voz orientadora, que diga con toda claridad que el Documento de 1993 fue obra simple de los grupos políticos afines a Fujimori, que habían respaldado el golpe del 5 de abril de 1992 y que estaban convencidos de impulsar el neoliberalismo económico en el Perú.

En ese instante, sería mejor todavía que haga ver que lo ocurrido en esos días, marcaba la primera diferencia con la Constitución de 1979, que fue obra magistral del consenso para darle curso político a un país que había reiniciado su vida democrática. Es posible que hayan opositores a su recta palabra.

A ellos, creo que debe decirles que tal diferencia sirve para recordar que la Carta de 1993 no fue otra cosa que una forma de justificar el golpe de Estado y darle legitimidad a un gobierno al que la comunidad internacional presionaba para que la tuviera.

En la aprobación de la misma, hablando en verdad, no participó realmente la democracia del pueblo y mucho menos el conocimiento ilustrado de los mejores constitucionalistas.Domingo García Belaunde lo expresó en su oportunidad, con la misma transparencia con que lo hizo Enrique Bernales Ballesteros: " el oficialismo no tenía la menor idea de lo que era una Constitución, e ignoraba por completo las corrientes modernas del constitucionalismo".

Lo dicho, dicho está, y ahora tenemos que comprender, con la mayor sensatez, que pocas constituciones como la que nos rige, han generado tantas y justificadas críticas a su contenido por parte de los sectores especializados.

La incorporación de instituciones sin conocimiento de su naturaleza y alcances, el penoso dogmatismo de algunos de sus dispositivos sobre economía, la supresión sectaria de acertados artículos de la Constitución de 1979, y su desorden y precaria sistematicidad son cartas de presentación que justifican tales señalamientos en contra.

Así es la vida, mi estimado Javier Maximiliano Alfredo Hipólito Valle Riestra Gonzáles Olaechea.

Vaya usted al encuentro de sus opositores, enseñe el camino de una democracia constitucional,denuncie como hizo Cicerón a los extraviados y si algo hay que perder, que esta no sea las de los principios y de la decencia política.