martes, agosto 15, 2006

¿PORQUE SE SIGUE JODIENDO EL PERU?

La polémica pública sobre la pena de muerte que se podría aplicar a los violadores sexuales de niños, tiene con los pelos de punta a quienes se oponen a ella, mientras los que están a favor agotan argumentos de toda naturaleza. Hasta el momento, da la impresión que hay una ligera ventaja para los animosos en cortarles la cabeza a los perversos.

Las próximas elecciones municipales y regionales, previstas para noviembre entrante, también son motivo de fuertes intercambios verbales, hasta en la familia, para decidir quién debe contar con el favor del voto popular y quién debe ser descalificado.

El desacuerdo es general. Pero este caldo caliente, que en otras circunstancias tendría sabor a kión y gallina, ahora se ha convertido en una discusión de grandes decibeles, con la aprobación de una ley para que las listas respectivas incorporen a un 20 por ciento de jóvenes. Muchos claman que de por medio se está produciendo una violación a la Constitución, en razón de que los candidatos ya están electos y las leyes no tienen efectos retroactivos.

En el Congreso de la República, con Martha Hildebrandt a la cabeza, quien parece no querer saber nada con los 13 millones de peruanos que sobreviven en extrema pobreza, hay congresistas avivados que están cobrando honorarios por instalación. Esto a pesar de que en el caso de los reelegidos ya no les corresponde, porque hace rato que se instalaron, también es causa de enfrentamientos y hasta de agravios de toda naturaleza.

Ha bastado que el Ejecutivo anuncie su decisión de poner en marcha el programa "Agua para todos", flexibilizando las exigencias burocráticas para lograr ese cometido, para que inmediatamente Carlos Bruce, ex ministro de Vivienda y, ahora, congresista solitario del régimen pasado, vea ahí algo oscuro.

La polémica está en el cuadrilátero y todo el mundo se pregunta el porqué del pataleo de "techito". Hay muchas discusiones más, que nos hacen ver que los peruanos estamos divididos en dos. Peor aún, pareciera que estamos viviendo en dos países distintos, fruto de las contradicciones que a lo largo de la historia republicana se han dado y que nos han hecho perder riquezas naturales, territorialidad, soberanía y hasta una mejor forma de vida.

El asunto está en que nunca nos ponemos de acuerdo, así se venga el país abajo. Las polémicas se multiplican a tal punto que como alguien dijo por ahí, hasta el pobre Zavalita, no el ministro que se fue, sino el personaje de Conversación en la Catedral, hasta ahora se sigue preguntando: ¿cuándo se jodió el Perú?.

Claro que por ahí van a decir que así es la democracia. No sólo eso. Que el Perú experimenta un proceso de cambio social profundo y que estas transformaciones corresponden a las que tienen lugar en el mundo actual y que, además, la sociedad peruana es multicultural, heterogéneo y complejo.

Aceptado lo anterior, entonces ahora habría que preguntarse, ¿cómo diablos vamos a solucionar la crisis de gobernabilidad y, con ella, cómo vamos a encontrar el camino para alcanzar bienes y servicios, no solamente para los de arriba, sino fundamentalmente para los de abajo y, por otro lado, hasta cuándo vamos a seguir soñando con aquello de justicia, orden y paz?.

Gran misterio, porque igual que el probre Zavalita, solamente seguiremos preguntando: ¿por qué se sigue jodiendo el Perú?