¿CUANDO SE PONEN DE ACUERDO PARA MEJORAR LA EDUCACION?
Al margen de la etiqueta rotulada oficialmente con la denominación de Acuerdo Nacional, que es una especie de club cerrado para algunos privilegiados, también en la calle hay encuentro de voces de ciudadanos comunes y corrientes, que sin necesidad de la presencia de los aparatos mediáticos, coinciden sobre las reales necesidades que tiene el pueblo peruano. Uno de ellos es el referente a la crisis de la educación.
El problema merece estar en el primer lugar de la agenda política, por una razón elemental: el sistema educativo está postrado, anémico, canceroso, no hay quien lo salve y, por eso mismo, muchos padres de familia, a juicio de expertos en la materia, consideran que da lo mismo que sus hijos vayan o no al colegio.
En esa actitud hay una suma de irresponsabilidad, ignorancia, decepción, pero también de una crítica real que no debe pasar por alto.No nos equivocamos si afirmamos que tales personas piensan que los menores en edad escolar son más útiles haciendo algo en su propia casa o bien participando del recurseo diario para llevar algo para la mesa. Esto aunque sea pidiendo limosnas, sustrayendo lo ajeno o dedicándose a la prostitución infantil.
Una reciente evaluación de la opinión pública ha puesto el tema en el tapete y pese a que no ha tocado a fondo el asunto, de todas maneras revela que la ciudadanía demanda que haya un aumento de horas de clases, quizás como aquellos tiempos cuando los escolares asistían en la mañana y en la tarde a sus planteles, pero para comenzar a lo mejor con una horita más dentro del horario vigente.Esa primera reacción es muy significativa.
Más cuando se sabe al interior de las oficinas públicas y de los despachos de las organizaciones políticas, que es tanta la pobreza de la enseñanza que, en el caso de los escolares de la región selvática, los niños terminan la primaria, pero sin saber leer y mucho menos la matemática.Las causas de un oprobioso último lugar en las pruebas internacionales, llaménse mundiales o latinoamericanas, que tiene nuestro país son numerosas.
Bastaría con citar que mientras en Chile o Costa Rica, los estudiantes tienen un promedio de 200 días de clases, ojo de 9 horas por día, en nuestro medio los escolares tienen 170 días y de solo 6 horas por día, con las consiguientes diferencias en cuanto al nivel profesional de los maestros y de los instrumentos para la enseñanza.Existen experiencias respecto al desnivel profesional de los maestros. Los nuestros, salvo excepciones muy contadas, no pueden, por ejemplo, sostener un diálogo fluído con los de otros países.
Es tan baja su calificación, que sin exagerar a muchos habría que ponerles el cucurucho por no haberse preparado ni mostrar vocación por el estudio.Claro que inmediatamente no faltará quien trate de justificar esta situación, recurriendo al expediente de que como hay bajos salarios y el Estado no cumple con lo prometido, entonces no hay que exigirles nada.
Y eso no es verdad, porque si bien hace medio siglo los profesores tenían los ingresos suficientes para leer, preparar la clase y corregir las tareas de sus alumnos, hoy en día, con menos ingresos, el deber del maestro es el mismo, no puede olvidarse y con ello negarse el derecho a la educación que tiene todo niño, más todavía si no tiene fortuna.
Ahora yendo a la publicitada reunión que entusiastamente han reempezado en el Acuerdo Nacional, es conveniente hacerle recordar a sus partícipes que de por medio está un Pacto Social para la Educación, suscrito hace años, que es necesario honrar.
No es posible que hasta ahora en nuestro medio solo haya una inversión promedio de 150 dólares por alumno, mientras que en el país fronterizo del sur, la suma llega a más de 1800 dólares, esto sin contar lo que sucede en Europa en donde la inversión en lineas generales asciende a 4 mil o 5 mil dólares y en los Estados Unidos a 7 mil dólares por estudiante.¿Qué no hay dinero?.
Siendo cierto, lo recomendable es insistir en la austeridad para invertir también en educación, aunque ello signifique pasar "por los derechos adquiridos" de Martha Hildebrandt o la angurria de los congresistas de Humala, que siguen, silenciosa y sin pausa, cobrando por "gastos de instalación", con total desprecio a sus promesas de trabajar por los desposeídos del Perú.Para concluir.
Quienes van al Acuerdo Nacional también deben de tener presente que hace dos siglos el sistema educativo peruano trató de imitar los modelos de países más desarrollados. Y hasta ahora solo ha obtenido fracasos.
El problema merece estar en el primer lugar de la agenda política, por una razón elemental: el sistema educativo está postrado, anémico, canceroso, no hay quien lo salve y, por eso mismo, muchos padres de familia, a juicio de expertos en la materia, consideran que da lo mismo que sus hijos vayan o no al colegio.
En esa actitud hay una suma de irresponsabilidad, ignorancia, decepción, pero también de una crítica real que no debe pasar por alto.No nos equivocamos si afirmamos que tales personas piensan que los menores en edad escolar son más útiles haciendo algo en su propia casa o bien participando del recurseo diario para llevar algo para la mesa. Esto aunque sea pidiendo limosnas, sustrayendo lo ajeno o dedicándose a la prostitución infantil.
Una reciente evaluación de la opinión pública ha puesto el tema en el tapete y pese a que no ha tocado a fondo el asunto, de todas maneras revela que la ciudadanía demanda que haya un aumento de horas de clases, quizás como aquellos tiempos cuando los escolares asistían en la mañana y en la tarde a sus planteles, pero para comenzar a lo mejor con una horita más dentro del horario vigente.Esa primera reacción es muy significativa.
Más cuando se sabe al interior de las oficinas públicas y de los despachos de las organizaciones políticas, que es tanta la pobreza de la enseñanza que, en el caso de los escolares de la región selvática, los niños terminan la primaria, pero sin saber leer y mucho menos la matemática.Las causas de un oprobioso último lugar en las pruebas internacionales, llaménse mundiales o latinoamericanas, que tiene nuestro país son numerosas.
Bastaría con citar que mientras en Chile o Costa Rica, los estudiantes tienen un promedio de 200 días de clases, ojo de 9 horas por día, en nuestro medio los escolares tienen 170 días y de solo 6 horas por día, con las consiguientes diferencias en cuanto al nivel profesional de los maestros y de los instrumentos para la enseñanza.Existen experiencias respecto al desnivel profesional de los maestros. Los nuestros, salvo excepciones muy contadas, no pueden, por ejemplo, sostener un diálogo fluído con los de otros países.
Es tan baja su calificación, que sin exagerar a muchos habría que ponerles el cucurucho por no haberse preparado ni mostrar vocación por el estudio.Claro que inmediatamente no faltará quien trate de justificar esta situación, recurriendo al expediente de que como hay bajos salarios y el Estado no cumple con lo prometido, entonces no hay que exigirles nada.
Y eso no es verdad, porque si bien hace medio siglo los profesores tenían los ingresos suficientes para leer, preparar la clase y corregir las tareas de sus alumnos, hoy en día, con menos ingresos, el deber del maestro es el mismo, no puede olvidarse y con ello negarse el derecho a la educación que tiene todo niño, más todavía si no tiene fortuna.
Ahora yendo a la publicitada reunión que entusiastamente han reempezado en el Acuerdo Nacional, es conveniente hacerle recordar a sus partícipes que de por medio está un Pacto Social para la Educación, suscrito hace años, que es necesario honrar.
No es posible que hasta ahora en nuestro medio solo haya una inversión promedio de 150 dólares por alumno, mientras que en el país fronterizo del sur, la suma llega a más de 1800 dólares, esto sin contar lo que sucede en Europa en donde la inversión en lineas generales asciende a 4 mil o 5 mil dólares y en los Estados Unidos a 7 mil dólares por estudiante.¿Qué no hay dinero?.
Siendo cierto, lo recomendable es insistir en la austeridad para invertir también en educación, aunque ello signifique pasar "por los derechos adquiridos" de Martha Hildebrandt o la angurria de los congresistas de Humala, que siguen, silenciosa y sin pausa, cobrando por "gastos de instalación", con total desprecio a sus promesas de trabajar por los desposeídos del Perú.Para concluir.
Quienes van al Acuerdo Nacional también deben de tener presente que hace dos siglos el sistema educativo peruano trató de imitar los modelos de países más desarrollados. Y hasta ahora solo ha obtenido fracasos.
1 Comments:
Estoy completamente de acuerdo, yo estudie la mayor parte de mi formacion academica en Peru, hoy que me encuentro en Argentina estudiando, veo la diferencia en exigencia, nivel, y otras, que existe con la educacion de aqui, además de lo engorroso que se hacen los tramites para las legalizaciones de los documentos y lo poco que sirven al querer hacer una validacion de materias, eso entre otras cosas, es un tema importante.
Por otro lado segun mi experiencia y la de chicos peruanos en la universidad que estudio, existe un nivel sobresaliente y reconocdo, tanto por el esfuerso de cada uno y la perseverancia a alcanzar las metas, al menos eso nos queda.
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