viernes, julio 28, 2006

QUE LA PATRIA ILUMINE AL NUEVO GOBIERNO Y A LA OPOSICION.........

No se qué encanto tiene la tierra mía", solía decir en sus celebradas melodías populares el desaparecido Abelardo Nuñez, en tanto Manuel Raygada exclamaba a pecho abierto "Tengo el orgullo de ser peruano" y Oscar Avilés digitaba, con destreza, aquello de "Quiero cantarle a mi tierra", expresando así, en diferentes tiempos y lugares,un mensaje limpio de lo que significa el amor por nuestra patria.

Lo dicho viene a propósito de éste 28 de julio del 2006, más que con ánimo de celebrar, con el propósito de llamar la atención de quienes en esta significativa fecha, renovamos nuestra fe en el Perú, al que quisieramos ver, algún día, dueño de su propio destino.

Nuestras palabras guardan también un deseo compartido por las mayorías nacionales, aquellas que aún no alcanzan la redención que como seres humanos les corresponde y que, gobierno tras gobierno, solo saben de frustración, de engaño colectivo, aunque igualmente de esperanza nunca perdida. En ese universo de expectativas, hay quienes desde hoy asumen responsabilidad compartida en el Poder Ejecutivo y en el Poder Legislativo.

Todo ello por el mandato ilusionado de una nación que espera, anhelante, el cumplimiento de una promesa repetida, el de una vida en democracia, el de una convivencia con justicia social.Se trata, entonces, de hacer patria verdadera. Y de esa tarea no están exentos ni el oficialismo ni la oposición, ni gobernantes ni gobernados. Estos no son tiempos para ponerse al margen, ni para aceptar forma alguna de discriminación.

Ya se anuncia, de un lado, el inicio de una política de austeridad en el gasto de los recursos fiscales, ya se afirma una voluntad de acabar con la frivolidad y con el despilfarro, ya se adelanta la decisión de un régimen de pan con libertad.

Esas intenciones son bienvenidas. Pero, de otro lado, es menester, igualmente, que se ponga fin a la repudiable política de la oposición por la oposición, en tanto que será más positiva, la presentación de propuestas políticas, económicas y sociales que le permitan a la patria la recuperación de su salud moral, salir de la exclusión en la que se encuentran millones de sus habitantes, acabar con la pésima educación pública, el mejor uso de sus riquezas naturales, todo en beneficio del bien común.

No nos equivocamos al afirmar que estos son años difíciles.Tanto se ha engañado a la nación, que ésta sufre de desencanto. Y por eso, la presencia de la anomia, peligrosa y destructiva, asoma sus narices como un complejo mal, al que no se debe dejar pasar. Para ello, se requiere darle sentido humano al concepto patria, que es algo superior a la escarapela, al discurso de circunstancias, al brindis entusiasta,a la pose y al juramento con cruz o sin cruz.

No olvidemos que hace más de dos siglos hablamos de patria. Desde los albores del último tercio del siglo dieciocho, cuando se marcaba diferencia entre "lo de aquí" con "lo de allá" y cuando se le tenía como sinónimo de progreso, utilidad social, libertad, independencia, constitución, a decir del ilustre maestro Jorge Basadre.

El concepto está vigente, pero su materialización sigue siendo una promesa. Y ¿por qué? nos preguntamos, repitiendo como en el cancionero popular, si entendemos que patria es el conjunto sagrado de tierra, historia, vida presente y nobles aspiraciones de país y de pueblo, al que unen el nacimiento o la sangre de nuestros mayores, la bandera que nos exalta.

La respuesta viene desde lo más profundo. Es que pese al transcurso de más de 216 años, en que comenzó a utilizarse la palabra patria peruana, no hemos encontrado una relación firme entre ésta y nación, porque no existe verdadera conciencia de ella y porque su culto y amor no se encuentra aparejada con la aspiración de grandeza y destino por cumplir.