LOS ASUNTOS POLÍTICOS NO TIENEN PORQUE SER SECRETOS
Hay indicios prometedores que la democracia peruana, muy peruana, trata de avanzar un paso más hacia adelante, para salir del subdesarrollo o tercermundismo que le caracteriza.Uno de esos indicios está dado por una vocación de hablar claro, sin tapujos,pero responsablemente, de la cosa público, es decir del bien común.
En buena hora que así sea.Hay más de una razón para que el país sepa en qué se gasta el dinero del Estado, en qué se invierte el gasto corriente y qué significa aquello del gasto en inversiones.Este conocimiento pasa por la decisión del jefe de Estado que se va, de quedarse en el país para afrontar el juicio ciudadano respecto al mandato que le dio el pueblo.
Es de desear que no sea un simple amago ante los señalamientos que se le hace como frívolo y despilfarrador.En el terreno externo, también es bueno que se busque la solución de los conflictos verbales que se han desatado y que malogran de alguna manera, el propósito común de la integración regional.
Si uno pecó más que el otro, resulta siendo secundario. Ahora lo trascendente, como en el caso de las relaciones entre Perú y Venezuela, es quién da el primer paso, quién lanza el ramo de olivos.En este campo la transparencia de los actos es vital.
Ella permite a la sociedad conocer y evaluar el desempeño de sus servidores.En cambio, si impera el secreto, la responsabilidad pierde valor, esto porque nadie responde por errores u omisiones.La rendición de cuentas es imposible.De tal manera que nos felicitamos de la intención de realizar un nuevo tipo de gobierno.
En democracia, no hay que olvidar, los asuntos públicos siempre deben ser de dominio público.En democracia la transparencia es un valor, pero sobre todo, merece ser un ejercicio en todos los actos y todos los días.
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