GARCIA, CHAVEZ, CORREA Y LAS RAZONES DE ESTADO
Si a estos acercamientos sumamos la manifiesta disposición integracionista de los presidentes de Bolivia, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay, se completa el cuadro de un emergente bloque regional para afrontar los retos de la globalización, no solo con Estados Unidos, sino apuntando a la Unión Europea y los inmensos mercados de China y el sudeste asiático.La miopía de algunos representantes de la extrema derecha y los criollos Chicago Boys, desfasados a estas alturas del partido, junto con los tradicionales exabruptos verbales de Chávez Frías y sus acólitos, atizó una imaginaria rivalidad con Alan García, en un zafarrancho de incontinencia verbal que , felizmente, parece haber pasado al olvido.
El acercamiento propiciado por García y acogido por Chávez marca un nuevo rumbo en la geopolítica sudamericana donde algunos analistas los señalaban como líderes de corrientes antagónicas, dificultando el proceso de integración regional con otros socios considerados pesos pesados en este escenario: Brasil y Argentina. Es decir, prevalecieron las razones de Estado antes que la política menuda y los prejuicios políticos que, en estos trances, sacan a relucir tanto la extrema derecha como la llamada izquierda radical. De acuerdo a la definición en Wikipedia, estrictamente hablando la razón de Estado es un término acuñado por Nicolás Maquiavelo para referirse a las medidas racionales que un gobernante debe tomar con objeto de conservar la salud y fuerza de un Estado.
Teóricamente este concepto es estrechamente vinculado con el problema de la legitimidad del Estado que surge con los estados-nación modernos pero, lamentablemente, también sirvió para que algunas dictaduras justificasen medidas represivas como la violación de los derechos humanos en la guerra contra la subversión. Es, pues, un arma de doble filo.
Fue quizás el cardenal Richelieu quien primero utilizó de manera extensiva la razón de Estado para garantizar la supervivencia de un determinado orden, atendiendo únicamente a la razón y sin considerar la naturaleza ética de los medios utilizados, estimando lícito un mal menor si con ello se evita un mal mayor.
La filosofía política y la ciencia jurídica contemporánea prestan gran atención a este concepto y sus derivaciones. En general, se entiende que la razón de Estado no debe exceder los límites de la legitimidad del Estado.En la década del 70 la República Popular China reconocía a la dictadura sangrienta de Augusto Pinochet en Chile por su temor a que la influencia soviética se extendiese en el cono sur, ante las relaciones que mantenía con los regímenes militares de Perú y Bolivia.
Un hecho insólito que no podían justificar los camaradas maoístas en el escenario político.Por su parte, la Casa Blanca no tiene reparos en mantener estrechas relaciones con Arabia Saudita, uno de las más duras tiranías en el mundo árabe y en donde se sigue decapitando a las mujeres infieles, aparte de que en las altas esferas figura la familia de su más odiado enemigo: Osama Bin Laden.
Los enardecidos discursos contra el presidente Bush y su administración se desvanecen para Hugo Chávez bajo la justificación de las razones de Estado.
El 70 % de las exportaciones de Venezuela tienen como destino el mercado estadounidense, además de contar con una red de servicentros en el corazón del capitalismo. Los gringos prefieren un argumento más pragmático: negocios son negocios.
ORIGENES HISTORICOS
En las postrimerías del la Edad Media, con el derrumbe del sistema feudal surgieron transformaciones económicas, militares, sociales y jurídicas que determinaron un escenario absolutamente nuevo, que el pensador renacentista, Nicolás Maquiavelo, denominó Estado.
El concepto del florentino es que la Razón de Estado se refiere al modo de decidir y obrar que un príncipe virtuoso, por extensión todo gobernante, toma para poder conservar la salud y la fuerza de un Estado. Mientras tanto el italiano Palazzo (Discorso del governoe della ragione vera di Stato, Venecia, 1606) lo define como un método o arte que permite descubrir cómo hacer que el orden y la paz reinen en el seno de la república.
En el siglo XVII, Francia estaba dominada por los celos religiosos y el fanatismo ideológico, con una política exterior libre de ataduras morales.
El cardenal Richelieu enarbola la Razón de Estado para poner fin a lo que consideraba un cerco contra el poder del Rey; por lo que decidió combatir a los Habsburgo e impedir el surgimiento de una potencia en la frontera alemana.
Durante la guerra no se desdeñaron alianzas con estados protestantes e incluso con el Imperio Otomano Musulmán. Su objetivo era prolongar la lucha y subsidió a los enemigos de sus enemigos, fomentó insurrecciones y puso en juego una extraordinaria variedad de argumentos dinásticos y jurídicos.
Decía Richelieu: el éxito de una política de raison d état (razón de estado), depende ante todo, de la capacidad de evaluar las relaciones de poder. Triunfó a tal punto, que la guerra comenzada en 1618, se prolongó decenio tras decenio, hasta que finalmente la historia no encontró nombre más apropiado que su duración: la Guerra de los Treinta Años.
En su Teoría del Estado, H. Heller presenta una innovadora síntesis dialéctica que combina lo realmente útil del derecho natural, ya sea de raigambre teológica como racionalista, con el positivismo jurídico; al postular que los principios jurídicos tienen fuerza moral pero carecen de certeza de contenido y de aplicación, en tanto que los preceptos jurídicos positivos creados por un legislador solo nos pueden ofrecer una pauta de legalidad pero que nada dicen de la justicia del derecho.En buen romance, el Estado se justifica, solamente, por ser la institución que brinda seguridad jurídica.
Pero no hay que interpretar la afirmación en un sentido restringido, ya que cuando se piensa en una institución para la seguridad jurídica, quiere decir normas jurídicas generales y abstractas que tengan certidumbre de contenido y ejecución con un claro marco de referencia moral .
Nadie cree hoy que la Razón de Estado sea un permiso o una habilitación para cometer actos tiránicos sino que es encaminada, en su política exterior, a fines de defensa nacional e integración regional, por encima de los intereses partidarios o tendencias ideológicas.
De esta manera, el acercamiento de Alan García con Hugo Chávez y Rafael Correa, abre nuevas perspectivas en la consolidación de un bloque regional, en momentos que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos entra en compás de espera ante los tiras y afloja de los congresistas demócratas y republicanos.